Son muchas las preguntas, pero de antemano se impone que con la salud no se juega, ni se negocia hasta el umbral de poner en peligro de muerte a ningún ciudadano por falta de presupuesto, ejercicios de saneamiento fiscal, política, o lo que sea con lo que quieran disculpar la falta de personal y la recarga de horarios a quienes queden después de la ‘poda’ que quiere imponer la administración del centro asistencial de la capital del Putumayo.
Lo que no se hace en planeación se paga en jurídica, máxima que se aplica a las administraciones públicas y que parece ser el caso del Hospital José María Hernández, que por no haber previsto a tiempo los requerimientos de una nómina altamente necesaria, ahora se ven en la necesidad de recortar la planta de personal, cuando la pandemia amenaza con quedarse mucho tiempo y las demás patologías no se pueden descuidar.
Resulta que por falta de precisión administrativa los que van a pagar son los pacientes con las respectivas esperas porque no hay quien los atienda oportunamente, resulta que los trabajadores de planta deben multiplicarse y extender sus horarios por la misma paga, resulta que a los trabajadores que resulten ‘premiados’ quedándose, se les deteriorará su vida familiar y se les acabará su vida social y todo por cubrir la falta de previsión de una administración miope que prefiere ‘mutilar’ en lugar de gestionar recursos para mantener el cuerpo completo.
Además, vaya uno a saber que otras ‘maromas’ de otras índoles se estén abriendo paso con el disfraz de la insolvencia, con el ropaje de la urgente reestructuración, o hasta prestidigitación politiquera, que no sería raro se esté fraguando por debajo de la mesa en una extraña coincidencia con el comienzo abierto de las campañas para llegar al Congreso. ¿Raro no? ¿Por qué hasta ahora se descubre que no se puede pagar a todos los empleados que han dado muestras de generosidad extrema exponiéndose a la muerte en la parte álgida de la pandemia y cuanto durarán las vacantes y quienes llegarán a suplir?
El caso queda abierto para que las veedurías ciudadanas investiguen y hagan seguimiento en busca de respuestas y especialmente de soluciones porque los pacientes no pueden quedar sin servicio completo y la planta de personal tampoco debe ser abusada con la imposición de más horas de trabajo y todo para, supuestamente, empatar un ‘partido presupuestal’ que ellos, ni quienes fueron despedidos, perdieron.
El dicho bíblico reza: “Pide y se os dará”, eso fue lo que hizo el Gobernador de Putumayo, Buanerges Rosero, quien a punta de su cordial saludo, amabilidad y sonrisa, le manifestó a la Ministra de Minas y Energias, que aumente los cupos del combustible subsidiado al Departamento, que ya que no alcanza para todo el mes en los 13 municipios.
Las razones del sensible desabastecimiento, es producto de una realidad, al menos el 40% de tráfico de vehículos pesados que pasaban por la vía Panamericana afectada en días pasado por la pérdida de banca de esa vía en Rosas Cauca, se quedó en el Putumayo por la ruta 45 Neiva, Mocoa, San Miguel. Eso hace que los conductores tanquen sus automotores en el Putumayo y el combustible subsidiado Diesel, y gasolina se consuma rápido. Actualmente el Departamento cuenta con una asignación de 2’064.000 galones.
En las fotografías publicadas por el Gobernador, se puede observar tres momentos en el que el hombre se muestra amable y cordial con la Ministra, oportunidad que tuvo el mandatario para hacerle una principal solicitud: “le solicitamos la ampliación de cupos de combustible para el departamento de Putumayo”.
De resultar positiva la gestión, este tipo de gestos por parte de Rosero Peña, podría conllevar un ejemplo de que, con amabilidad y carisma, se puede conseguir muchos logros para la comunidad. El del aumento del combustible, puede ser una realidad, la sonrisa de la Ministra Irene Vélez, confirma una posible decisión ante el pedido del mandatario.
La convencería?
Ojalá este leve encuentro del Gobernador con la funcionaria del Gobierno en el aeropuerto de Villagarzón, cuando ella se dirigía a Mocoa donde se reunió con una comunidad indígena, de el resultado .
En Mocoa sigue la incesante incertidumbre por el retraso de las obras de reconstrucción, tras la avalancha de 2017. El 50% de avance después de 6 años es impresentable, que el contralor Carlos Hernán Rodríguez lo catalogue como una segunda tragedia, es mucho menos de lo que podría expresarse.
El 31 de marzo de 2017 fue una noche desoladora que trajo un despertar amargo, gran parte del municipio de Mocoa fue arrasado por un derrumbe provocado por el desbordamiento de las quebradas La Taruca y Taraquita. Frente a este hecho, tras el paso de 6 años que se cumplen el próximo mes, las víctimas de este desastre natural aún esperan las ayudas que el Gobierno Nacional había mencionado en algún momento, promesas que se han incumplido.
Además, agobia los temores que causa en los ciudadanos de la capital, el retraso de la reconstrucción, por lo poco preparados que sienten estar para enfrentar las fuertes lluvias en temporada de invierno.
La atención ante esta situación debió ser inmediata. No se puede alegar falta de recursos, cuando fue noticia a nivel nacional y que además se tuvo apoyo internacional para iniciar la reconstrucción de la capital Putumayense , pero desafortunadamente en estos 6 años aún hay construcciones que no están terminadas, familias enteras que no reciben sus viviendas como les habían prometido, retraso en la entrega de sus casas y peor aún, algunas de las que se reportan entregadas, sus habitantes las recibieron con complicaciones, en obra negra, no aptas para vivir, con fallas eléctricas, sumándole la ausencia del agua, pues en ocasiones el municipio puede durar hasta tres días sin agua y también los constantes daños de las tuberías, etc…
Esta tragedia trajo consigo, muchas complicaciones más, pues hasta el momento tampoco se ha logrado poner nuevamente en funcionamiento las instalaciones carcelarias, lo que ha llevado a que nuestros coterraneos privados de la libertad deban ser trasladados a otros departamentos; rompiendo aún más nuestro tejido social, más allá de los errores cometidos, hay que ver el lado humano y eso es que al final, ellos también tienen familias que los aman y desean verlos no todos cuentan con la solvencia económica de trasladarse a otro departamento y eso entorpece el proceso de reinserción social. Mocoa, necesita su cárcel.
Es innegable que se han adelantado ciertas obras, pero creería que se podría haber hecho mucho más y que es hora de dejar de preguntar a los funcionarios ¿Cuándo veremos la reconstrucción? Celebro que dentro del Plan Nacional, el presidente haya priorizado la reconstrucción de nuestra capital, esperemos que esa decisión ponga muy pronto fin a la interminable espera, de sosiego y paz a las víctimas y aleje a quienes volvieron a las zonas del desastre por no tener dónde más pasar su duelo.
Es importante la reconstrucción de Mocoa, pero sobre todo es fundamental que también se atienda la salud mental de los Putumayenses, porque cada vez que hay temporadas de lluvias fuertes, las reacciones de zozobra, angustia y melancolía son preocupantes. La avenida torrencial sacó a flote no sólo piedras,lodo y cuerpos, sino las innumerables necesidades que la corrupción y abandono del estado han ido sembrando, sin embargo, Mocoa, Putumayo, siempre valiente y resiliente, ha esperado con paciencia, con optimismo, con esperanza, se levantó de los escombros, se sostuvo en medio de una pandemia, luchando por subsistir. Es hora de cumplirles.
Algunos críticos escribieron en redes Nariño 2, Putumayo 0, refiriéndose a la manera como el Gobierno del presidente Petro, ha ignorado en la crisis de la vía Panamericana al Departamento del Putumayo.
Y es que solo el territorio ancestral, es utilizado por el Estado para extraer riquezas como el petróleo, lo que le ha dejado miles de millones de pesos en regalías, fruto del “oro negro” extraído del vientre de la tierra putumayense. Ahora en la crisis que pasan los departamentos de Nariño y Cauca, por la falla de la Panamericana en Rosas, la única vía que se convirtió en la salvación para el pueblo nariñense, es la carretera Mocoa San Francisco. A pesar de ser una arteria para el paso de vehículos pequeños, ahora es la solución para el país abastecer a la región Pacifico Sur, afectada desde hace 12 días.
Lo extraño todo el beneficio que le ofrece el Putumayo al país, es que la única frase que se le escuchó al Presidente Petro en Ipiales este domingo, tras celebrar un consejo de ministros, donde puso un importante listado de soluciones a Nariño y Cauca, fue decir la frase “vía pésima del Putumayo con Neiva”.
A pesar de que el Putumayo, le entregó a este presidente en su historial de votaciones, la máxima en las pasadas elecciones, donde mas de 110 mil putumayenses, le salieron al ruedo, Petro, no tuvo una buena mención para con el Departamento.
PUTUMAYO TOMA PUTUMAYO
Algunos contactos para revisar el tema del proyecto de la variante Mocoa San Francisco, solo ha estado de manos del Representante Andrés Cancimance, al decir verdad, el anuncio de la visita del ministro de Trasportes a Villagarzón el próximo 3 de febrero, se debe a la vocería del político del Pacto Histórico.
La pregunta que muchos putumayenses se han hecho, en el caso de la visita de Petro a Ipiales, es: ¿En dónde estaban los dirigentes por elección popular y lideres sociales que, incluso son del ala del petrismo?. En la fotografía del evento presidencial, solo aparecieron el Gobernador de Nariño, Jhon Rojas, la vocería de ese departamento y el presidente Gustavo Petro. Los de Putumayo, coincidieron en su mayoría, en la fiesta de matrimonio del Representante Carlos Ardila, quienes, si se desplazaron hasta Cundinamarca, para darle la bienvenida al líder del partido Liberal, su nueva responsabilidad familiar.
Queda el sinsabor en los cuestionamientos de muchos putumayenses, ¿será que no estamos actuando con la responsabilidad para los cuales, fueron elegidos? Se salva, claro de esa situación por su compromiso, el congresista Ardila, quien tenia su cita con el destino. Los demás, fueron invitados.
Aunque el territorio de los 13 municipios, no está bloqueado por la situación de la Panamericana, los problemas de Cauca y Nariño, si afectan temas como el transporte y el encarecimiento de varios productos que llegan con el sobrecosto de los fletes, debido a la congestión vehicular por sus dos principales rutas la Mocoa San Francisco y la Mocoa, Pitalito.
El evento con el presidente, era el espacio para exigirle, acelerar la construcción de la nueva carretera para reemplazar al “Trampolín de la muerte”, vía que solo debería ser destinada al paso de turistas.
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